¡ ALTO a la guerra de exterminio contra las Comunidades Autónomas Zapatistas !
¡ ALTO al hostigamiento por parte del mal gobierno Federal y Estatal;
priista, perredista, panista y petista !
! Fuera el ejército y los paramilitares del territorio autónomo Zapatista !
INFORMATE CONOCELOS APOYALOS,
¡Si le pegan a uno nos pegan a tod@s!
...gente del pueblo desde abajo y a la izquierda en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, porque "No basta con enterrar al capitalismo, hay que sepultarlo boca abajo. Para que, si se quiere salir, se entierre más"...

octubre 13, 2008

DETIENE EL EJÉRCITO A DOS COLONOS EN LOMAS DEL POLEO

--¡Te llegó tu hora, pinche pendejo! –le gritó el militar, cortando cartucho.
--¡Te va llevar la chingada! –le dijo, otro, propinándole un puntapié directo a su costilla lastimada.
--Disparen, ni modo, ya me tocaba… --respondió, el hombre, tirado de bruces, con los ojos vendados.
--… Ah… ¿no tienes miedo? --insistieron, burlándose.
--¿Te crees que tienes muchos calzones?
--Si, tengo, después de que me maten, se los presto…
Alfredo Piñón Valenzuela tiene 72 años. Desde hace más de 30 vive en la parte alta del Lomas del Poleo. A pesar de su edad, es un hombre fuerte. Valiente, también, como los viejos pobladores del desierto.
El viernes 10 de octubre, una partida de entre diez y quince soldados lo apresaron en su casa. Llegaron como a las cinco de la tarde. Empujaron la puerta y se metieron. Le preguntaron si él era Alfredo Piñón. El respondió afirmativamente. Le gritaron si sabía a qué iban. El les dijo que “de seguro” los había mandado Zaragoza. Revolvieron todo. Le dieron vuelta a la cama. Hurgaron el ropero improvisado de la casa y le mostraron una pistola calibre 45 y una pequeña bolsa con cocaína. Un soldado, chaparro y corpulento, le enseñó un envoltorio con mariguana y una piedra .
--¿Esto es tuyo? -- preguntó el militar, que al parecer iba al mando.
--Yo no fumo esa chingadera, respondió, Piñón, encabronado.
--pero la vendes, --acusó, el militar.
--Saben bien que eso no es mío. Es de ustedes. –replicó el colono, propietario únicamente de una vieja escopeta, calibre 22, que usa de vez en cuando para cazar liebres en el desierto. “Me sacaron de la casa, me vendaron los ojos y me subieron en una de las dos camionetas en que habían llegado”, denuncia Piñón, un día después de su arresto ilegal. “En el trayecto me golpearon. Me patearon las costillas, pero se cuidaron de no tocarme la cara”. Después de pasearlo por la ciudad, lo condujeron a una de las mazmorras del cuartel militar, allá por el CERESO. Durante horas lo interrogaron. Le preguntaban siempre lo mismo. Querían saber dónde había conseguido la escuadra 45 milímetros que ellos mismo le habían sembrado. Después, recuerda, llegaron otros hombres, quienes lo trasladaron presumiblemente a las instalaciones de la PGR, donde siguió el suplicio. Allí se dio cuenta que estaba detenido otro vecino suyo, Martín Gabino, quien había sido sacado de su casa a empellones y a la fuerza, pesar de los gritos y la resistencia que opuso su mujer. Martín Gabino, fue detenido casi a la misma hora que piñón, sólo que por otra partida de militares.