Rechazo de pueblos indígenas a proyectos de supuesto desarrollo en tierras chiapanecas
Hermann Bellinghausen (Enviado)
San Cristóbal de las Casas, Chis., 25 de noviembre. Con el anuncio oficial, aunque ahora resulta que renuente, de que Petróleos Mexicanos (Pemex) inciará la explotación petrolera en la selva Lacandona, parecieran completarse los cuatro jinetes del progreso para Chiapas: el desarrollo turístico, la explotación minera, la producción de biocombustibles y ahora el petróleo.
Todos son piezas muy activas en el actual tablero gubernamental. Los cuatro consideran aprovechar ampliamente la nueva legislación en materia energética en los actuales territorios de los pueblos indígenas. Y cada uno detona un caudal de episodios e historias, pues al aplicarse esos proyectos de desarrollo topan con los pueblos que allí están. Muchos además en resistencia, en los municipios autónomos zapatistas, las comunidades de la otra campaña y de otras organizaciones independientes. Y hasta las no muy independientes, como ocurrió en Miguel Hidalgo-Chinkultic y los lagos de Montebello en octubre pasado.
La polémica aplicación del viejo Plan Puebla-Panamá, reciclado ahora en el Proyecto Mesoamérica, y añadiendo a Colombia en la otra punta del mecate, demanda la construcción de autopistas, la apertura del suelo y los recursos naturales al mercado internacional, la creación de infraestructura turística, agroindustrial y extractiva.
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