LOS DE ABAJO
Granjas Lomas de Poleo
Gloria Muñoz Ramírez losylasdeabajo@yahoo.com.mx
El despojo de tierras a los de abajo con la complicidad de los poderes económicos y políticos es una cotidianidad en México, pero lo que ocurre en la colonia Granjas Lomas de Poleo, en Ciudad Juárez, Chihuahua, rebasa cualquier límite humanitario: asesinatos, destrucción, amenazas, robos, golpes, encierro y cualquier otro atropello comete la poderosa familia Zaragoza para apropiarse de las 345 hectáreas en las que pretenden construir un corredor industrial y comercial binacional. Son 25 familias las que aún resisten, a pesar de que la violencia en su contra se incrementa todos los días.
Para despedir 2008, el pasado 31 de diciembre tres hombres entraron a la casa de Cruz Reza Sáenz, lo golpearon, lo amarraron y le robaron diversos artículos personales. Tres días antes, cuenta Cruz Reza, de 71 años de edad, arribaron a su casa alrededor de 30 hombres con maquinaria pesada para destruirla. Lo impidieron él y el resto de sus compañeros, pero desde ese día no puede salir de su vivienda, pues si lo hace sabe que a su regreso sólo encontrará escombros.
Continuar leyendo: http://www.jornada.unam.mx/2009/01/17/index.php?section=opinion&article=016o1pol
Gloria Muñoz Ramírez losylasdeabajo@yahoo.com.mx
El despojo de tierras a los de abajo con la complicidad de los poderes económicos y políticos es una cotidianidad en México, pero lo que ocurre en la colonia Granjas Lomas de Poleo, en Ciudad Juárez, Chihuahua, rebasa cualquier límite humanitario: asesinatos, destrucción, amenazas, robos, golpes, encierro y cualquier otro atropello comete la poderosa familia Zaragoza para apropiarse de las 345 hectáreas en las que pretenden construir un corredor industrial y comercial binacional. Son 25 familias las que aún resisten, a pesar de que la violencia en su contra se incrementa todos los días.
Para despedir 2008, el pasado 31 de diciembre tres hombres entraron a la casa de Cruz Reza Sáenz, lo golpearon, lo amarraron y le robaron diversos artículos personales. Tres días antes, cuenta Cruz Reza, de 71 años de edad, arribaron a su casa alrededor de 30 hombres con maquinaria pesada para destruirla. Lo impidieron él y el resto de sus compañeros, pero desde ese día no puede salir de su vivienda, pues si lo hace sabe que a su regreso sólo encontrará escombros.
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