¡ ALTO a la guerra de exterminio contra las Comunidades Autónomas Zapatistas !
¡ ALTO al hostigamiento por parte del mal gobierno Federal y Estatal;
priista, perredista, panista y petista !
! Fuera el ejército y los paramilitares del territorio autónomo Zapatista !
INFORMATE CONOCELOS APOYALOS,
¡Si le pegan a uno nos pegan a tod@s!
...gente del pueblo desde abajo y a la izquierda en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, porque "No basta con enterrar al capitalismo, hay que sepultarlo boca abajo. Para que, si se quiere salir, se entierre más"...

septiembre 05, 2010





Los misak de Colombia en movimiento

El 27 de abril pasado, uno de los más activos grupos paramilitares (las Autodefensas Unidas de Colombia-AUC), amenazó a la Autoridad del pueblo misak de la zona del Cauca en Colombia en un comunicado donde conminaban a los líderes a “dejar de lado el discurso y los hechos arcaicos a favor de los derechos indígenas” declarando objetivo militar a dos gobernadores, once mamas, cuatro comunicadores y diecinueve taitas. (VerOjarasca 157, mayo).

Ante la amenaza, el pueblo misak (o guambiano) no sólo no se achicó sino que decidió salir al paso de esta amenaza y emprendió la marcha Por la Dignidad y la Pervivencia de los Pueblos, la Nación Originaria Misak en Movimiento, que salió el 17 de julio de la ciudad de Wampia, en Cali y arribó a Bogotá, capital del país el 19. Ahí, la Autoridad Ancestral misak hizo público un documento, del que seleccionamos algunos pasajes que presentamos a continuación.
“Actualmente el capitalismo salvaje y las familias más poderosas que gobiernan nuestro país, con el modelo patriarcal heredado desde la invasión y con la colonización de los países desarrollados, basados en su lógica de “desarrollo”, “progreso” y acumulación desmedida, separan al ser humano de la madre tierra y establecen la explotación indiscriminada del agua, la tierra, las minas, el genoma humano, el oxígeno, los saberes ancestrales, las semillas y los cultivos propios, la biodiversidad, convirtiéndolo todo en mercancía y exponiendo todo en las vitrinas internacionales para venderlo al mejor postor, acelerando de esta manera la destrucción de los elementos más vitales que componen nuestros territorio y la madre naturaleza, y por ende la desaparición no solamente de los pueblos y naciones milenarias, sino también de todos los seres humanos, con el avasallamiento de todos sus derechos, la vida, la dignidad y las libertades.
“[…] A estas justas luchas de los pueblos y las naciones, los gobiernos siempre han respondido de la peor manera, silenciándonos con la muerte, el genocidio, el etnocidio, las amenazas, el desplazamiento, la discriminación, la xenofobia, la censura, tal como lo están haciendo hoy con la política de “seguridad democrática”, criminalizando nuestra palabra, promulgando leyes que tienen como fin acabarnos. Las voces de nuestros pueblos y organizaciones que movilizan a favor de los derechos humanos y de la vida, son perseguidas con la complicidad del gobierno colombiano, porque en este país quienes ejerzan el derecho a la disensión y a la oposición son catalogados objetivo militar.
“El proceso de generalización y profundización del conflicto armado en que se debate Colombia hoy se ha convertido en una guerra de dominio territorial por parte de los diferentes actores armados, produciendo la mayor parte de victimas en la población civil, de la cual no escapamos los pueblos originarios, por medio de masacres, desplazamientos forzados, destrucción de poblados, violación de nuestro Derecho Mayor, de los derechos fundamentales de los pueblos y del derecho internacional humanitario.
“En este contexto de guerra emergemos los pueblos originarios que reclamamos y exigimos a los actores del conflicto armado el respeto a nuestros planes de pervivencia, al territorio, a nuestras autoridades, autonomía, identidad y cultura. Que no se nos involucre en el conflicto, como principio fundamental de resistencia de nuestros pueblos al aniquilamiento. Estas expresiones de autonomía de los pueblos originarios deben ser consideradas como experiencia de resistencia, no sólo justas sino válidas y entendidas como mecanismos de defensa no violenta ante cualquier forma de agresión que provenga, ya sea del Estado colombiano, del sistema capitalista, de los actores armados y de la sociedad mayoritaria. Por lo tanto reiteramos que los pueblos originarios hemos sido y seguimos siendo objeto de todo tipo de agresiones violentas y no violentas.
“Hoy nuestra lucha y nuestra posición política es independiente del Estado y el gobierno, y de los actores armados, porque esas confrontaciones no resuelven ni nos representan nada. No somos trofeos de guerra, ni de unos ni de otros. No permitimos que se nos exhiba como ganancias políticas de unos o de otros. Sabemos muy bien contra qué y contra quién tenemos que luchar, qué y a quién podemos apoyar.
“La nuestra es una lucha por la vida, la dignidad, la libertad, principalmente con el pensamiento propio, sin dejar de apoyar las luchas del pueblo colombiano, pues con mucha claridad hemos respaldado y respaldamos a los sectores populares del pueblo colombiano en sus luchas por sus derechos políticos y sociales”.

Tras el análisis (y con un recuento histórico muy recomendable para quien quiera entender un poco más la historia colombiana), el pueblo misak propone “la defensa de la autonomía y la soberanía de nuestros pueblos, de la madre naturaleza, de nuestros territorios y sus autoridades, la no violencia, y la construcción de políticas justas y la equidad para toda la sociedad mayoritaria colombiana”, lo cual se traduce en una defensa de los territorios como imprescriptibles, inalienables e inembargables; un NO a la concesión para explotar los recursos minerales y naturales, y a cualquier saqueo del subsuelo por parte de las transnacionales y multinacionales en alianza con el gobierno colombiano en esos territorios ancestrales; un NO a la privatización del agua, un NO a los tratados de libre comercio con la Unión Europea, Canadá y Estados Unidos; una defensa de las semillas y los cultivos ancestrales, de la biodiversidad, los conocimientos y saberes ancestrales (que son inalienables); un NO a los transgénicos y los monocultivos; un NO a la privatización o individualización de las comunidades agrarias; un NO a las contrarreformas de los derechos de los pueblos indígenas plasmados en la Constitución de 1991, a la intervención y al desquebrajamiento de la soberanía colombiana con la implantación de las bases militares extranjeras; un NO a la militarización de los territorios ancestrales y a los cobros de energía eléctrica y otros servicios públicos, entre otras reivindicaciones plasmadas en el documento completo.
El pueblo misak insiste: “todos debemos convertirnos en trabajadores y constructores incansables de la unidad entre los pueblos. Ante las amenazas de perder nuestros territorios y todos los derechos que hemos conquistado, estamos obligados a hacer a un lado los intereses personales, de grupo o de organización y poner por encima los intereses de nuestros pueblos, anteponiendo lo común que nos une.”

(ver www.pueblomisak.org)

Ojarasca