¡ ALTO a la guerra de exterminio contra las Comunidades Autónomas Zapatistas !
¡ ALTO al hostigamiento por parte del mal gobierno Federal y Estatal;
priista, perredista, panista y petista !
! Fuera el ejército y los paramilitares del territorio autónomo Zapatista !
INFORMATE CONOCELOS APOYALOS,
¡Si le pegan a uno nos pegan a tod@s!
...gente del pueblo desde abajo y a la izquierda en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, porque "No basta con enterrar al capitalismo, hay que sepultarlo boca abajo. Para que, si se quiere salir, se entierre más"...

diciembre 29, 2013

CUANDO LOS MUERTOS CALLAN EN VOZ ALTA.

 (Rebobinar 1)

(En el que se reflexiona sobre l@s ausentes, las biografías, narra el primer encuentro de Durito con el Gato-Perro, y habla de otros asuntos que no vienen al caso, o cosa, según irá dictando la posdata impertinente)

Noviembre-Diciembre del 2013.

Me parece que hemos confundido mucho esta cuestión de la Vida y la
Muerte.  Me parece que lo que llaman mi sombra aquí en la tierra es mi
sustancia auténtica.  Me parece que, al mirar las cosas espirituales, somos demasiado como ostras que observan el sol a través del agua y piensan que la densa agua es la más fina de las atmósferas.  Me parece que mi cuerpo no es más que las heces de mi mejor ser.  De hecho, que se lleve mi cuerpo quien quiera, que se lo lleve, digo: no es yo.

Herman Melville “Moby Dick”.
  Desde hace un buen de tiempo que sostengo que la mayoría de las biografías no son más que una mentira documentada, y a veces, no siempre, bien redactada.  El biógrafo promedio tiene una convicción previa y el margen de tolerancia es muy reducido, cuando no inexistente.   Con esa convicción comienza a hurgar en el rompecabezas de una vida que le es ajena (por eso su interés en hacer la biografía), y va recolectando las piezas falsas que le permitan documentar su convicción propia, no la vida reseñada.

  Lo cierto es que acaso podríamos conocer con certeza fecha y lugar de nacimiento, y, en algunos casos, fecha y lugar de defunción.  Fuera de eso, la mayoría de las biografías deberían de estar en el rubro de “historias noveladas” o “ciencia ficción”.

  ¿Qué es lo que queda entonces de una vida?  Poco o mucho, decimos nosotros.
  
Poco o mucho, dependiendo de la memoria.
O, más bien, de los fragmentos que en la memoria colectiva imprimió esa vida.
  
Si esto no vale para biógrafos y editores, poco importa para el común de la gente.  Suele suceder que lo que realmente importa no aparece en los medios de comunicación, ni se puede medir en encuestas.
  
Ergo, de una persona ausente sólo tenemos piezas arbitrarias del complejo rompecabezas hecho de jirones, rasgados y tendencias que se conocen como “vida”.
  
Así que, con este inicio confuso, permítaseme levantar algunas de esas piezas fragmentadas para abrazar y abrazarnos por el paso que hoy nos falta y necesitamos…
-*-

  Un concierto en el silencio mexicano.  Don Juan Chávez Alonso, purépecha, zapatista y mexicano, hace un ademán como quitándose un insecto molesto.  Es su respuesta a la disculpa que le doy por uno de mis torpes exabruptos.  Estamos en territorio Cucapá, en mitad de un terreno arenoso.  En esas coordenadas geográficas y cuando en el calendario se señala la Sexta 2006 en el Noroeste de México, en la gran tienda de campaña que le sirve de hospedaje, Don Juan toma la guitarra y pregunta si queremos escuchar algo que compuso.  Apenas afina e inicia un concierto que, sin letra alguna, narra el alzamiento zapatista desde el primero de enero de 1994 hasta la presencia de la Comandanta Ramona en la formación del Congreso Nacional Indígena.
  
Un silencio luego, como si fuera una nota más.
Un silencio en el que callaban en voz alta nuestros muertos.

-*-

  También en el noreste mexicano, la locura sangrienta del Poder pinta de absurdos aún impunes el calendario de abajo.  5 de junio del 2009.  La codicia y el despotismo gubernamentales han prendido fuego a una guardería para infantes.  Las víctimas mortales, 49 niños y niñas, son las bajas colaterales cuando se destruyen archivos comprometedores.  Al absurdo de que los padres sepulten a los hijos, le sigue el de una justicia débil y corrupta: los responsables no reciben una orden de aprehensión, sino puestos en el gabinete del criminal que, bajo el azul de Acción Nacional, tratará de ocultar el baño de sangre en el que sumió al país entero.

  Donde los biógrafos cierran sus apuntes “porque unos pocos años de vida no son rentables”, la historia de abajo abre su cuaderno de otros absurdos: con su injusta ausencia, estos infantes han parido otros hombres y mujeres.  Sus padres y madres levantan desde entonces la demanda de la justicia más grande: la de que la injusticia no se repita.

-*-

  “El problema con la vida es que al final te mata“, había dicho Durito, cuyas fantasiosas historias caballerescas tanto divertían a la Chapis.  Aunque ella habría preguntado, con esa impertinente mezcla de ingenuidad y sinceridad que desconcertaba a quienes no la conocían, “¿y por qué un problema?“.  Don Durito de La Lacandona, escarabajo de origen y de oficio andante caballero, habría evitado polemizar con ella, puesto que, según un supuesto reglamento de la caballería andante, no se debe contradecir a una dama, (sobre todo si la dama en cuestión tiene buenas influencias “muy arriba”, agregaba Durito que sabía que la Chapis era religiosa, monja, hermana, o como quieran ustedes llamar a las mujeres que hacen de la fe, su vida y profesión).

La Chapis no nos conocía. Quiero decir, no como quien nos mira desde fuera y sobre nosotros escribe, habla… o mal habla (ya ven ustedes cómo son pasajeras las modas).  La Chapis era con nosotros. Y lo era tiempo antes de que un escarabajo impertinente se apersonara en las montañas del sureste mexicano para declararse andante caballero.

Y tal vez por ser en nosotros era que a la Chapis no parecía inquietarle tanto eso de vida y muerte.  Como esa actitud tan nuestra, de los neozapatistas, en que todo se invierte y no es la muerte la que preocupa y ocupa, sino la vida.

Pero la Chapis no sólo era en nosotros.  Es claro que fuimos sólo una parte de su andar.  Y si ahora les cuento algo de ella no es para dar apuntes para su biografía, sino para decirles lo que acá sentimos.  Porque la historia de esta creyente, su historia con nosotros, es de las que hacen dudar a los fanáticos ateos.

¿”La religión es el opio de los pueblos”?  No sé.  Lo que sí sé es que la explicación más brillante que he escuchado sobre la destrucción y despoblamiento que la globalización neoliberal opera en un territorio la dio, no un teórico marxista-leninista-ateísta-y-algunos-istas-más, sino… un párroco cristiano, católico, apostólico y romano, adherente a la Sexta, y desterrado por el alto clero (“por pensar mucho”, me dijo como pidiendo disculpas) a uno de los desiertos geográficos del altiplano mexicano.

-*-

  Creo (tal vez me equivoque, no sería la primera vez y, seguro, no será la última), que mucha gente, si no es que toda, que se acercó a lo que se conoce como neozapatismo, lo hizo buscando respuestas a preguntas hechas en las historias personales de cada quien, según su calendario y geografía.  Y que tardaron sólo lo indispensable para encontrar la contestación.  Cuando se dieron cuenta de que la respuesta era el monosílabo más problemático de la historia, voltearon hacia otro lado y hacia allá se echaron a andar. No importa cuánto digan y se digan que siguen estando acá: se fueron.  Unas personas más rápido que otras.  Y la mayoría de ellas no nos miran, o lo hacen con la misma distancia y desdén intelectual que el que enarbolaron calendarios antes de que amaneciera el enero de 1994.

Creo haberlo dicho antes, en alguna otra misiva, no estoy seguro.  Pero como quiera digo, o repito aquí, que ese peligroso monosílabo es ““.  Así, con minúsculas, porque esa respuesta era y es íntima a cada quien.  Y cada cual la toma con el terror respectivo.

Porque la lucha es colectiva, pero la decisión de luchar es individual, personal, íntima, como lo es la de seguir o claudicar.

¿Digo que las pocas personas que se quedaron (y no me refiero a la geografía sino al corazón) no han encontrado esa respuesta?  No.  Lo que trato de decir es que la Chapis no vino buscando esa respuesta a su personal pregunta.  Ella ya conocía la respuesta y había hecho de ese “” su camino y meta: su ser creyente y consecuente.

Muchas otras, muchos otros como ella, pero diferentes, se habían ya respondido en otros calendarios y geografías.  Ateos y creyentes.  Hombres, mujeres y otroas de todos los calendarios.  Son ésos, ésas, ésoas, que siempre, vivos o muertos, se colocan frente al Poder, no como víctimas, sino para desafiarlo con la múltiple bandera de la izquierda de abajo.  Son nuestras compañeras, compañeros y compañeroas… aunque en la mayoría de los casos ni ell@s ni nosotros lo sepamos… todavía.

Porque la rebeldía, amigos y enemigos, no es patrimonio exclusivo de los neozapatistas.  Lo es de la humanidad.  Y eso es algo que hay que celebrar.  En todas partes, todos los días y a todas horas.  Porque la rebeldía es también una celebración.

-*-

  No son pocos ni débiles los puentes que, desde todos los rincones del planeta Tierra, se han tendido hasta estos suelos y cielos.  A veces con miradas, a veces con palabras, siempre con nuestra lucha, los hemos cruzado para abrazar a eso otro que resiste y lucha.

Tal vez de eso y no de otra cosa se trata lo de “ser compañeros”: de cruzar puentes.

Como en este abrazo hecho letras para las hermanas de la Chapis que, como nosotros, la echan de menos y, como nosotras, la necesitan.

-*-

“La impunidad, querido Matías, es algo que sólo la justicia
puede otorgar; es la Justicia ejerciendo la injusticia”.

Tomás Segovia, en “Cartas Cabales”.

Ya antes he dicho que, según mi humilde opinión, cada quien es el héroe o la heroína de su propia historia individual.  Y que en la sedante autocomplacencia de narrar “ésta es mi historia personal”, se editan hechos y deshechos, se inventan las fantasías más increíbles, y el narrar anécdotas se parece demasiado al hacer cuentas del avaro que roba lo ajeno.

El ancestral afán de trascender a la muerte propia encuentra en las biografías el sustituto al elixir de la eterna juventud.  Claro, también en la descendencia.  Pero la biografía es, por decirlo de alguna forma, “más perfecta”.  No se trata de alguien que se parece, es el “yo” alargado en el tiempo gracias a la “magia” de la biografía.

Acude el biógrafo de arriba a documentos de la época, tal vez a testimonios de familiares, amigos o compañer@s de la vida cuya muerte se apropia.  Los “documentos” tienen la misma certeza que los pronósticos meteorológicos, y los testimonios obvian la delgada separación entre el “yo creo que…” y el “yo sé que…”.  Y entonces la “veracidad” de la biografía se mide por la cantidad de notas de pie de página.  Para las biografías vale lo mismo que para las facturas de gasto en “imagen” gubernamental: mientras más voluminosas, más ciertas.

En la actualidad, con el internet, los tuiters, los feisbuc y equivalentes, los mitos biográficos redondean sus falacias y, voilá, se reconstruye la historia de una vida, o fragmentos de ella, que poco o nada tienen que ver con la historia real.  Pero no importa, porque la biografía está publicada, impresa, circula, es leída, citada, recitada… como la mentira.

Cheque usted en las modernas fuentes documentales de las biografías futuras, es decir, Wikipedia y los blogs, Facebook y los “perfiles” respectivos.  Ahora compare con la realidad:

¿No le dan escalofríos al darse cuenta de que, tal vez, en el futuro…

Carlos Salinas de Gortari será “el visionario que entendió que vender a una Nación era, además de un negocio familiar (claro, entendiendo como familia a la sanguínea y a la política), un acto de patriotismo moderno”, y no el líder de una banda de traidores (no se hagan, ahí andan en la oposición “madura y responsable” vari@s de quienes apoyaron la reforma al artículo 27 constitucional, el parteaguas de la claudicación del Estado Nacional en México);

Ernesto Zedillo Ponce de León no será el “hombre de Estado” que llevó a toda una Nación de una crisis a otra peor (además de ser uno de los autores intelectuales, junto con Emilio Chuayffet y Mario Renán Castillo, de la masacre de Acteal), sino que llevó “las riendas del país” con un singular sentido del humor… para terminar siendo lo que siempre fue: un empleado de segunda en una multinacional;

Vicente Fox será la muestra de que el puesto de presidente de una república y de una filial refresquera es intercambiable… y que ambos puestos pueden ser ocupados por inútiles;

Felipe Calderón Hinojosa será un “presidente valiente” (para que otros murieran) y no un psicópata que se robó el arma (la presidencia) para sus juegos de guerra… y que terminó siendo lo que siempre fue: un empleado de segunda en una multinacional;

Enrique Peña Nieto será un presidente culto e inteligente (“bueno, es ignorante y tonto pero hábil”, es el nuevo perfil que se le construye en los corrillos de analistas políticos), y no un analfabeto funcional (ni modo, como dice el proverbio popular: “lo que natura no da, Monex no lo compra”)…?

Ah, las biografías.  No pocas veces son auto biografías, aunque sean los descendientes (o los compinches) quienes las promueven y así adornan su árbol genealógico.

Los criminales de la clase política mexicana que han mal gobernado estas tierras seguirán siendo, para quienes padecieron sus desmanes, criminales impunes.  No importa cuántas líneas se paguen en los medios ídem; ni cuánto se gaste en espectaculares en las calles, en la prensa escrita, en radio y televisión.  De los Díaz (Porfirio y Gustavo) a los Calderón y Peña, de los Castellanos y Sabines a los Albores y Velasco, sólo media el balconeo (vía redes sociales, porque en los medios de paga siguen siendo “personas responsables y maduras”) de la ridícula frivolidad de los “juniors”.

Pero el mundo es redondo y en el continuo sube y baja de la política de arriba, se puede pasar, en poco tiempo, de la portada del “Hola”, al “SE BUSCA: CRIMINAL PELIGROSO”; de la francachela del diciembre del TLC, a la cruda del alzamiento zapatista; del “hombre del año”, a la “huelga de hambre” con agua embotellada de marca “chic” (ni modo mi buen, hasta para las protestas hay clases sociales); del aplauso por los chistes malos, al filicidio putativo por concretarse; del nepotismo y la corrupción adornados con ocurrencias, a la investigación por ligas con el narcotráfico; de los trajes militares talla extra grande, al exilio temeroso y manchado de sangre; de la francachela del diciembre entreguista a…

-*-

  Con todo esto y lo que sigue, ¿digo que no hay que escribir-leer biografías?  No, pero lo que hace que ande la vieja rueda de la historia son los colectivos, no los individuos… o individuas.  La historiografía se nutre de individualidades; la historia aprende de pueblos.

¿Digo que no hay que escribir-estudiar historia?  No, pero lo que sí digo es que es mejor hacerla de la única forma que se hace, es decir, con otros y organizados.

Porque la rebeldía, amigos y enemigos, cuando es individual es bella.  Pero cuando es colectiva y organizada es terrible y maravillosa.  La primera es materia de biografías, la segunda es la que hace historia.

-*-

 Y no con palabras abrazamos a nuestros compañeros y compañeras zapatistas, ateos y creyentes,

a los que de noche se cargaron a la espalda la mochila y la historia,

a los que tomaron con las manos el relámpago y el trueno,

      a los que se calzaron las botas sin futuro,

         a los que se cubrieron el rostro y el nombre,

            a los que, sin esperar nada a cambio, en la larga noche murieron

                 para que otros, todos, todas, en una mañana por venir aún,

                      puedan ver el día como hay que hacerlo,

                          es decir, de frente, de pie y con la mirada y el corazón erguidos.

Para ellos ni biografías ni museos.

Para ellos nuestra memoria y rebeldía.

Para ellos nuestro grito:

¡libertad! ¡Libertad! ¡LIBERTAD!

Vale. Salud y que nuestros pasos sean tan grandes como nuestros muertos.

El SupMarcos.
P.D. DE INSTRUCCIONES OBVIAS.- Ahora sí, sea tan amable de leer, en calendario inverso, desde Rebobinar 1 hasta el 3, y tal vez así encuentre al gato-perro y algunas dudas se aclaren.  Y sí, tenga la seguridad de que surgirán más preguntas.

P.D. QUE ATIENDE, SOLÍCITA, A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE PAGA.- ¡Ah! Conmovedor el esfuerzo de los contras en los medios de paga para tratar de dar argumentos a los pocos lectores-escuchas-videntes contras que les quedan.  Pero, generoso por la época navideña, aquí les mando algunos tips para que usen de material periodístico:

.- Si las condiciones de las comunidades indígenas zapatistas están igual que hace 20 años y nada se ha avanzado en su nivel de vida, ¿Por qué el EZLN –como lo hizo en 1994 con la prensa de paga- se “abre” con la escuelita para que la gente de abajo vea y conozca directamente, SIN INTERMEDIARIOS, lo que hay acá?

Y ya puesto en “modo interrogante”, ¿por qué en el mismo período se redujo, también exponencialmente, el número de lectores-escuchas-videntes de los medios de comunicación de paga?  Pst, pst, pueden responder que no tienen menos lectores-escuchas-videntes –eso reduciría la publicidad y el chayote-, que lo que pasa es que ahora son más “selectivos”.

.- Ustedes preguntan “¿Qué ha hecho el EZLN por las comunidades indígenas? Y nosotros estamos respondiendo con el testimonio directo de decenas de miles de nuestros compañeros y compañeras.

Ahora ustedes, los dueños y accionistas, directores y jefes, respondan:

¿Qué han hecho ustedes, en estos 20 años, por los trabajadores de los medios, uno de los sectores más golpeados por el crimen prohijado y alentado por el régimen a quien tanto adoran?  ¿Qué han hecho por los periodistas, las periodistas amenazadas, secuestradas y asesinadas? ¿Y por su familiares?  ¿Qué han hecho para mejorar las condiciones de vida de sus trabajadores?  ¿Les han aumentado el salario para que tengan una vida digna y no tengan que vender su palabra o su silencio frente a la realidad?  ¿Han creado las condiciones para que se retiren, después de años de laborar para ustedes, dignamente?  ¿Les han dado seguridad en el empleo?  Quiero decir, ¿el empleo de un reportero o reportera ya no depende del humor del jefe de redacción o de los “favores”, sexuales o de otro tipo, que se les demandan a todos los géneros?

¿Qué han hecho para que el ser trabajador de los medios sea un orgullo que no cueste la pérdida de la libertad o la vida al ser honesto?

¿Pueden decir que su trabajo es más respetado por gobernantes y gobernados que hace 20 años?

¿Qué han hecho contra la censura impuesta o tolerada?  ¿Pueden decir que sus lectores-escuchas-televidentes están mejor informados que hace 20 años?  ¿Pueden decir que tienen más credibilidad que hace 20 años?  ¿Pueden decir que sobreviven gracias a sus lectores-escuchas-videntes y no por la publicidad, mayoritariamente gubernamental?

Ahí les responden a sus trabajadores y lectores-escuchas-videntes, así como nosotros les respondemos a nuestros compañeros y compañeras.

Oh, vamos, no estén tristes.  No somos los únicos que hemos escapado a su papel de juez y verdugo, suplicando su absolución y recibiendo siempre su condena.  Está también, por ejemplo, 
la realidad.

Vale de nueve, o, mejor, de sesenta y nueve.

El Sup diciéndose que es mejor un pulgar abajo que un dedo medio arriba.

Es territorio zapatista, es Chiapas, es México, es Latinoamérica, es la Tierra.  Y es diciembre del 2013, hace frío como hace 20 años, y, como entonces, hoy una bandera nos cobija: la de la rebeldía.

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Ve y escucha los videos que acompañan este texto.

 En una de las escuelas autónomas zapatistas, niños y niñas bailando en una fiesta escolar.


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 De y por León Gieco: “El Desembarco”. Ojo a la letra, porque sí, “están los que resisten y nunca se lamentan /… / No pretendemos ver el cambio / sólo haber dejado algo / sobre el camino andado que pasó”


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Joan Manuel Serrat con su “Sería Fantastic”, que bien podría ser un programa de lucha: “Sería fantástico /…/ que no perdieran siempre los mismos / y que heredasen los desheredados. / Sería fantástico / que ganase el mejor / y que la fuerza no fuera la razón /… / Que todo fuera como está mandado / y que no mande nadie /…


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Hugh Laurie (a quien tal vez usted reconozca como el doctor Gregory House, con una muy particular interpretación del blues “Saint James Infirmary”.  Para quienes mueren de pie.

 http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=WUz-WqUw4Ic


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diciembre 22, 2013

REBOBINAR 2: DE LA MUERTE Y OTRAS COARTADAS

REBOBINAR 2:
DE LA MUERTE Y OTRAS COARTADAS.

Diciembre del 2013.
“Uno sabe que ha muerto cuando las
cosas que lo rodean han dejado de
morir.”

Elías Contreras.
Profesión: Comisión de Investigación del EZLN.
Estado Civil: Difunto.
Edad: 521 años y contando.

Es madrugada, y si a mí me preguntaran, que no lo han hecho, diría que el problema con los muertos son los vivos.
Porque luego suele aparecer esa disputa absurda, ociosa e indignante por su ausencia.
El “yo los conocí-vi-me dijeron” es sólo una coartada que oculta el “yo soy el administrador de esa vida porque administro su muerte”.
Algo así como el “copyright” de la muerte, entonces convertida en mercancía que se posee, se intercambia, circula y es consumida.  Vaya, hasta hay establecimientos para ello: libros de historiografía, biografías, museos, efemérides, tesis, periódicos, revistas y coloquios.
Y está esa trampa de la edición de la historia propia para limar errores.
Se usan entonces a los muertos para sobre de ellos levantarse un monumento.
Pero, según mi humilde opinión, el problema con los muertos es sobrevivirlos.
O se muere uno con ellos, un poco o un mucho cada vez.
O se adjudica uno mismo el título de vocero de ellos.  Al fin y al cabo no pueden hablar, y no es su historia, la de ellos, la que se cuenta, sino que se justifica la propia.
O se puede también usarlos para pontificar con el aburrido “yo a tu/su edad”.  Cuando la única forma honesta de completar ese chantaje barato y nada original (casi siempre dirigido a jóvenes e infantes), sería rematar con un “había cometido más errores que tú/usted”.
Y, detrás del secuestro de esos muertos, está el culto por la historiografía, tan de arriba, tan incoherente, tan inútil.  Eso de que la historia que vale y cuenta es la que está en un libro, una tesis, un museo, un monumento, y en los equivalentes actuales y futuros, que no son sino una forma pueril de domesticar la historia de abajo.
Porque están quienes viven a costa de la muerte de otros, y sobre su ausencia construyen tesis, ensayos, escritos, libros, películas, corridos, canciones, y otras formas más o menos estilizadas de justificar la inacción propia… o la acción estéril.
El “no has muerto” puede no ser más que una consigna, si nadie sigue caminando.  Porque en nuestro modesto y no académico punto de vista, lo que importa es el camino no el caminante.
Y, aprovechando que estoy rebobinando esta cinta de días, meses, años, décadas ya, pregunto, por ejemplo:
Del SubPedro, del señor Ik, de la comandanta Ramona ¿valen sus árboles genealógicos? ¿Sus ADN? ¿Sus actas de nacimiento con nombre y apellidos?
¿O lo que vale es el camino que con los sin nombre y sin rostro –es decir, sin linaje familiar y/o escudo heráldico- anduvieron?
De SubPedro ¿vale su nombre real, su rostro, su modo, recogidos en una tesis, una biografía –es decir, en una mentira documentada a conveniencia-?
¿O vale la memoria que de él hay en los pueblos que organizó?  Seguro que los fanáticos de la religión lo hubieran acusado, juzgado y condenado por ser ateo, y los fanáticos de la raza también, pero por ser mestizo y no tener la piel del color de la tierra, en ese racismo inverso que se pretende “indígena”.
Pero la decisión de luchar de SubPedro, del Comandante Hugo, de la Comandanta Ramona, de los insurgentes Álvaro, Fredy, Rafael, ¿vale porque alguien le pone nombre, calendario, geografía?  ¿O porque esa decisión es colectiva y hay quien sigue?
Cuando alguien vive y muere luchando, ¿nos dice en su ausencia “recuérdenme”, “hónrenme”, “cárguenme”?  ¿O nos impone “sigan”, “no se rindan”, “no claudiquen”, “no se vendan”?
Quiero decir, yo siento (y hablando con otros compas sé que no es sólo mi sentimiento) que la cuenta que tengo que darle a nuestros muertos es qué se ha hecho, qué falta y qué se está haciendo para completar lo que motivó esa lucha.
Probablemente esté equivocado, y alguien me diga que el sentido de toda lucha es perdurar en la historiografía, la historia escrita o hablada, porque es el ejemplo de los muertos, su biografía administrada, la que motiva a los pueblos a luchar, y no las condiciones de injusticia, de esclavitud (que es el nombre real para la falta de libertad), de autoritarismo.
He platicado con algunas compañeras, compañeros, zapatistas del EZLN.  Cierto, no con tod@s, pero sí con quienes todavía puedo ver, con quienes puedo estar.
Hubo tabaco, café, palabras, silencios, acuerdos.
No fue el ansia de perdurar, sino el sentido del deber lo que nos colocó aquí, para bien o para mal.  La necesidad de algo hacer frente a la injusticia milenaria, esa indignación que sentimos como la característica más contundente de “humanidad”.  No pretendemos lugar alguno en museos, tesis, biografías, libros.
Así que, en el aliento postrero, una zapatista, un zapatista, nos preguntamos “¿me recordarán?”  O nos preguntamos “¿se dio un paso en el camino?”, “¿hay quién lo sigue andando?
Nosotras, nosotros, cuando vamos a la tumba de Pedro, ¿le decimos lo que hemos hecho para que lo recuerden o le contamos lo que se ha hecho en la lucha, lo que hace falta (siempre falta lo que falta), lo pequeños que somos aún?
¿Le damos buenas cuentas si tomamos el “Poder” y si le levantamos una estatua?
¿O si le podemos decir “Oí Pedrín, aquí seguimos, no nos vendimos, no claudicamos, no nos rendimos”?
Y, bueno, ya en esto de cuestionar…
Esto de tomar otro nombre y ocultar el rostro, ¿es para escondernos del enemigo o para desafiar su escalafón de mausoleo, su nomenclatura jerárquica, sus ofertas de compra-venta así sea disfrazadas de puestos burocráticos, premios, loas y alabanzas, clubes grandes o pequeños de seguidores?
/sí mi buen, los tiempos cambian, antes al maestro o maestra –o al equivalente de mandarín del conocimiento- se le cortejaba cargándole los libros, lisonjeando sus palabras, mirándol@ con arrobamiento.  Ahora se postea en sus escritos, se dan “likes” en sus páginas web, se suma en el número de seguidores que trinan desordenados…/
Quiero decir, ¿nos importa quiénes somos?  ¿O nos importa lo que hacemos?
La evaluación que nos interesa y afecta, ¿es la de afuera o la de la realidad?
¿La medida de nuestro éxito o fracaso está en lo que de nosotros aparezca en los medios de paga, en las tesis, en los comentarios, en los “pulgares arriba”, en los libros de historia, en los museos?
¿O en lo logrado, lo fallado, lo acertado, lo pendiente?
Y rebobinando más…
De la Chapis, ¿importa que era creyente y una cristiana consecuente, o importa que vivió y luchó, con y en su ser cristiana, por quienes nunca la conocieron?   Seguro que los fanáticos del ateísmo la hubieran acusado, juzgado y condenado por no profesar la religión de los ismos que pretende monopolizar la explicación y dirección de todas las luchas.
Alguna vez, después de leer “El Evangelio según Jesucristo” de José Saramago, la Chapis buscó al literato y compañero para decirle no sólo que no le gustaba su libro, también que ella iba a escribir su propia versión del tema.  ¿Importa si llegó a encontrarse con Saramago, si le dijo eso, si escribió su versión?  ¿O importa su decisión de hacerlo?
Y del Tata Don Juan, ¿vale sólo por sus apellidos “Chávez Alonso”, su sangre purépecha, el sombrero que más lo cubría y lo mostraba, como si un pasamontañas portara?  ¿O vale también por los caminos que se honraron con su paso originario en varios continentes?
Las niñas y los niños asesinados en la Guardería ABC, en Hermosillo, Sonora, México, que apenas alcanzaron unas letras de biografía, ¿valen por las líneas y minutos que alcanzaron en los medios de comunicación?  ¿O valen por la sangre que sangre y vida les dio, y ahora se empeña en una digna terquedad que busca justicia?  Porque esos niños y niñas valen también ahora, aunque ausentes, por los padres y madres que con su muerte parieron.
Porque la justicia, amigos y enemigos, es también evitar que se repita la injusticia, o que cambie de nombre, de rostro, de bandera, de coartada ideológica, política, racial, de género.
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  Quiero decir, nosotros (y otr@s como nosotros, muchos, muchas, tod@s) luchamos por ser mejores, y aceptamos cuando la realidad nos dice que no lo hemos logrado, pero no por eso dejamos de seguir luchando.
Porque no es que acá no honremos a nuestros muertos.  Lo hacemos, sí.  Pero es que luchando lo hacemos.  Todos los días, a todas horas.  Y así hasta que miremos el suelo, primero al mismo nivel, luego hacia arriba, cubriéndonos con el paso compañero.
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  En fin, se alargan las cuartillas y con ellas crece también la certeza de que todo esto no le importa a nadie, que no es trascendente, que no es lo que la-Nación-el-momento-histórico-la-coyuntura demanda, que es mejor contar un cuento… o hacer una biografía… o levantar un monumento.
Y de las 3 cosas, estoy firmemente convencido de que la única que vale la pena es la primera.
Así que les contaré, tal y como me la refirió Durito, la historia del Gato-Perro (ojo: ahora sí leer “rebobinar 3”).
Vale.  Salud y, de los muertos, mirad sobre todo el camino que su paso anduvo, que aún necesita pasos que lo caminen.
El Sup acomodándose el pasamontañas con macabra coquetería.

P.D. QUE TOMA PARTIDO EN UN DEBATE REALMENTE DE ACTUALIDAD.- “Los videojuegos son la continuación de la guerra por otros medios”, sentencia Durito.  Y agrega: “En la milenaria lucha entre los fanáticos del PS y el Xbox sólo puede haber un perdedor: el usuario”.  No me atreví a preguntarle a qué venía eso, pero supongo que más de un@ entenderá.
P.D. DEMASIADO EXTENSA PARA CABER EN UN “TUIT” (debe ser por lo abultado de la factura).- El autodenominado “gobernador” de Chiapas, México, ha declarado solemnemente que su administración “se ha apretado el cinturón” con un programa de austeridad.  Como muestra de su decisión, se ha gastado más de 10 millones de dólares en una campaña publicitaria nacional que no por masiva y costosa es menos ridícula… e ilegal.  Pero como algunos medios se llevan su tajada, el “imberbe”, “inexperto” e “inmaduro” empleado de un negocio que ni es partido, ni es verde, ni es ecologista, ni es de México (bueno, ni él es gobernador, así que para qué detenerse en detalles) es ahora, en las páginas y segmentos de la misma prensa que lo atacaba por “niñato”, un “hombre de Estado” que no gasta en su promoción personal, sino “en atraer turismo a Chiapas”.  Sí mi buen, ya las agencias turísticas lanzan el turipaquete “Conozca al Güero Velasco”, en plan “all included” que viene con un “kit” con anteojeras para no ver a los grupos paramilitares, ni la miseria y el crimen que pululan en las principales ciudades chiapanecas (Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de las Casas, Comitán, Tapachula, Palenque), en una entidad donde se supone que los indígenas sean los pobres, no los mestizos.  Si el gran ladrón, Juan Sabines Guerrero, pagó millonadas a los medios para simular gobierno donde sólo hubo despojo, el actual “junior” de la política local paga más porque ha aprendido, del actual titular del Ejecutivo Federal (creo que se llama Enrique Manlio Emilio… ¿no? ¿ya ven lo malo de no tener cuenta en tuiter?), que se puede pasar de una averiguación judicial a una lista de candidatos presidenciales para el 2018, con sólo algunas decenas de millones de dólares, un buen Photoshop y una telenovela rosa.
P.D. DE COYUNTURA REITERADA.-  Permítame usted, dama, caballero, señor, señora, señorita, niño, niña, otroa.  Permítame que, impertinente al fin, no le deje cerrar la puerta y quedarse solo, sola, rumiando su frustración y buscándole responsables, que es así como rabian quienes tienen un altar fijo y un ídolo cambiante.  Y si no pongo el pie para evitar que cierre usted la puerta y quede a salvo en su castillo de dogmas, y, en cambio, meto las narices donde no me toca, acháquelo usted a mi nariz, ya de por sí impertinente en tamaño y forma.  Ande, permita que interrumpa su odio amortiguado, seco, estéril, inútil.
Venga, sosiéguese, tome asiento, respire hondo.  Sea fuerte y compórtese con estudiada sensatez, como esas parejas que se separan “como personas maduras” aunque se mueran de ganas por romperle la cabeza al susodicho… o susodicha (no olvidar la equidad de género).
¿De modo que, cuando ustedes obtienen algo es por su solo esfuerzo?  Ah, pero cuando cosechan una derrota, ahí sí democratizan la responsabilidad… y se autoexcluyen.  “Los foros son una farsa”, sentenciaron.  “No se aceptan encapuchados”, decretaron (y ni pensar en poner una reclamación en la CONAPRED por discriminar la forma de vestir).  “Sólo nosotros solos triunfaremos y la Nación nos estará eternamente agradecida, estarán nuestros nombres en libros de texto, congresos, estatuas, museos”, se alegraron de antemano.
Luego pasó lo que pasó y, como antes, ahora voltean a ver a quién culpar del fracaso de esa lucha arriba.  “Faltó la unidad”, dicen, pero piensan “faltó que se subordinaran a nuestra dirección”.
El despojo disfrazado de reforma constitucional no inició en este gobierno.  Empezó a formalizarse con Carlos Salinas de Gortari y su reforma al artículo 27.  El despojo agrario fue entonces “cubierto” por las mismas mentiras que ahora envuelven las mal llamadas reformas: ahora el campo mexicano está completamente destrozado, como si un paquete de bombas atómicas lo hubiera arrasado.  Y pasa ya con el total de las reformas.  La gasolina, la energía eléctrica, la educación, la justicia, todo será más caro, de peor calidad, más escaso.
Antes de eso y aún antes de las actuales reformas, los pueblos originarios eran y son despojados de sus territorios, que lo son también de la Nación.  El oro líquido moderno, el agua y no el petróleo, ha sido hurtado sin que eso llame la atención de los grandes medios.  El hurto del subsuelo, tan claramente denunciado en la cátedra Tata Juan Chávez Alonso por el Congreso Nacional Indígena, apenas recibió unas cuantas líneas desganadas en la prensa de paga que hoy lamenta que EL PUEBLO, esa entelequia tan a modo político mediático, no haga nada para frenar el robo legal e ilegítimo que se titula “reforma energética”.  El despojo es todos los días y en todas partes.  Pero es hasta ahora que se dice que la Patria fue traicionada.
Y ahora usted, que fue sordo, se indigna porque no lo escuchan ni siguen.
Y dice que no se hace nada porque no ve nada.  Dice y se dice: “vale lo que YO hago o lo que bajo mi tutela, en mi calendario y en mi geografía se hace.  Lo demás, no existe porque no lo veo”.
¿Y cómo podría ver algo si usa las anteojeras que el Poder le regala?
¿Ahora descubre que el Estado no sólo renuncia a ser un amortiguador en el vendaval de despojos que es el Neoliberalismo, sino que, además, acude presuroso a disputarse las migajas que el verdadero Poder le arroja?
Mire usted, lo que pasa es que el mundo es redondo, da vueltas, cambia.  Y de poco o nada le puede servir ese catálogo de evidencias duales: izquierda y derecha, reaccionario y progresista, antiguo y moderno, y sinónimos y antónimos tan de moda en la política de arriba.
Mire, lo que ocurre es, simple y sencillamente, que su pensamiento está decrépito.
Y empezó a vencerse en el momento mismo en que decidió abrazar al de arriba (usando el viejo truco –que ahora se les revierte- de derecha-izquierda-progresista-reaccionario, inventándose coartadas y vistiéndolas de las mismas palabras que hoy le entrampan), olvidando que los de arriba no aceptan abrazos sino genuflexiones.
No, no es que usted no tenga ideas y banderas.  Es sólo que están desvencijadas.  No importa cuánta modernidad las vista, ni cuántas palabras altisonantes se digan en torno a ellas, ni cuántos tuits las repitan, ni cuántos “likes” y comentarios convoquen.
Usted, que esperaba una proclama, la sangre anónima derramada, el clarín con su bélico acento, las ocho columnas, las imágenes con sangre ofrendada en el altar de la Patria que, faltaba más, ustedes, y sólo ustedes, habrán de redimir.
 / No mi buen, si le digo que el zapatismo ya no es lo que era antes, ¿se acuerda cómo hace casi 20 años nos emocionábamos con las imágenes de los muertos tan anónimos que ni rostro ni nombre alcanzaban, tan lejanos, tan indígenas, tan chiapanecos? / Por cierto, ¿Ocosingo queda en Medio Oriente? / Ah, y sus iniciativas, tan brillantes cuando había un templete para nosotr@s. / Por otro lado, ¿quién puede tomar en serio a quien declina inscribirse en la movilización o movimiento (ojo: no es lo mismo, ya aprendan a diferenciar) de moda?  ¿O a analizarla, clasificarla, juzgarla, archivarla? / Lo dicho, están acabados, ya ni a la prensa invitan a sus celebraciones, ¿qué pueden celebrar como no sea nuestra absolución o condena? / Ah, pero lo que nunca les perdonaremos a estos zapatones, no es sólo que no se hayan muerto todos –y con ello nos hubieran negado el derecho a administrar sus muertes en el largo laberinto de los mausoleos, los corridos, los “no has muerto camarada, tu muerte será administrada”-, sino que también a sus muertes las hayan hecho tan… tan… tan rebeldes /.
Y nada, que en lugar de eso… ¡posdatas!
Ya sé que no le importa, pero para las encapuchadas y encapuchados de acá, la lucha que vale no es la que se ha ganado o perdido.  Es la que sigue, y para ella se preparan los calendarios y las geografías.
No hay batallas definitivas, ni para vencedores ni para vencidos.  La lucha seguirá, y quienes ahora se regodean en el triunfo verán derrumbarse su mundo.
Por lo demás, no se preocupe.  Usted no ha perdido nada porque por nada ha luchado realmente.  Lo único que ha hecho es delegar en otro el conseguirle el monopolio de una victoria que no llegará.
El de arriba caerá, sin duda.  Pero su derrumbe no será producto de una lucha monopolizada, excluyente y fanática de sí misma.
Si gusta, siga usted tirando de arriba, celebrará cada pequeño movimiento del monolito, pero la cuerda se reventará una y otra vez.
Las estatuas y los autoritarismos se tumban desde abajo, de modo que no quede el basamento para que un nuevo busto supla al anterior.
Mientras tanto, y es mi humilde opinión, lo único que vale la pena hacer allá arriba es lo que hacen las aves: cagarse.
Vale de helado de nuez, manque haga frío.
El Sup preparándose para…
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Ve y escucha los videos que acompañan este texto.
Del grupo ibérico de Rock Punk Arzua25, esta rola llamada “Zapatista”, del disco “Bienvenido a la Resistencia”.
Con el grupo SKA-FE, de Colombia, la rola “Muerte a la Muerte”.  ¡Brincooooolín!
De la serie “Como debió haber terminado”, la finales alternativos a “Batman, el caballero de la noche asciende”.  Video dedicado a l@s enmascarad@s “mal@s” (que no son aceptad@s en las movilizaciones “trascendentales”), como Gatúbela y Bane (con su pasamontañas invertido y su excelente dicción).
Del inmortal Cuco Sánchez, “No soy monedita de oro”, que se explica por sí misma.

Carta a nuestr@s compañer@s del EZLN, de Sergio Rodríguez Lascano


Carta a nuestr@s compañer@s del EZLN, de Sergio Rodríguez Lascano


Carta a nuestr@s compañer@s del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
Sergio Rodríguez Lascano
Compañer@s:
Hace casi 20 años, nos despertamos con la noticia de que los indígenas mayas del estado de Chiapas se habían levantado en armas en contra del mal gobierno del inefable Carlos Salinas de Gortari. A partir de ahí, grandes movilizaciones y un diálogo no siempre fácil se desarrolló con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
De manera fundamental, una nueva generación salió entonces a las calles y se identificó con la rebeldía zapatista. Fueron ell@s los que marcaron una buena parte de las movilizaciones que se desarrollaron en esa primera fase de la lucha zapatista.
La insurrección zapatista del 1 de enero había cimbrado la conciencia nacional. Efectivamente, como dijo José Emilio Pacheco: “Cerramos los ojos para suponer que el otro México desaparecería al no verlo. El primero de enero de 1994 despertamos en otro país. El día que íbamos a celebrar nuestra entrada en el primer mundo retrocedimos un siglo hasta encontrarnos de nuevo con una rebelión como la de Tomochic. Creímos y quisimos ser norteamericanos y nos salió al paso nuestro destino centroamericano. La sangre derramada clama poner fin a la matanza. No se puede acabar con la violencia de los sublevados si no se acaba con la violencia de los opresores” (José Emilio Pacheco, La jornada, 5 de enero).
La izquierda mexicana y mundial se encontraba en ese momento en un aparente callejón sin salida. El 11 de noviembre de 1989, comenzaron a caer, como pinos de boliche, las llamadas “democracias populares” (República Democrática de Alemania, Checoeslovaquia, Hungría, Bulgaria, Polonia, Rumania, Albania). En 1991, la Unión de República Socialistas Soviéticas se “desmerengó” y, más allá de lo que cada quien pensábamos de ese proceso, lo que no se puede negar es que, en la práctica, su derrumbe abrió paso a la llegada de un capitalismo salvaje dirigido por una mafia criminal.
En América Latina, el 25 de febrero de 1990, los sandinistas pierden las elecciones y se inicia no sólo el proceso de despojo en contra de los campesinos nicaragüenses, lo mismo que el final del cooperativismo, sino que también se desarrolla una dinámica de corrupción entre los dirigentes sandinistas. Todavía pesaba que uno de los fundadores del sandinismo y figura emblemática de la revolución, Tomás Borge, hubiera realizado un libro-alabanza-libelo  —disfrazado de entrevista a Carlos Salinas de Gortari—  titulado “Dilemas de la modernidad”.
El 16 de enero de 1992, se firman los acuerdos de Chapultepec que ponen fin a la guerra en El Salvador, sin que una serie de demandas centrales del pueblo pobre se hayan conquistado, en especial, el derecho a la tierra. En medio de ese proceso, el señor Joaquín Villalobos (“dirigente” del FMLN), quien ya cargaba sobre sus hombros la terrible decisión de matar al gran poeta Roque Dalton, le entrega su AK-47 a Carlos Salinas de Gortari.
Después de esto, se buscó ubicar todo en el marco institucional, de la democracia representativa.Todos abogaban por una izquierda que se limitara a ser cliente respondón del Estado capitalista.
En medio de la euforia anticomunista y de los coloquios en los que se pregonaba el fin de la historia y la llegada de un nuevo orden mundial, alguien describió bien la época que vivíamos e hizo una afirmación que le dio sentido a nuestra necedad: Eduardo Galeano, quien escribió un texto memorable: “En Bucarest, una grúa se lleva la estatua de Lenin. En Moscú, una multitud ávida hace cola a las puertas de McDonald’s. El abominable muro de Berlín se vende en pedacitos, y Berlín Este confirma que está ubicado a la derecha de Berlín Oeste. En Varsovia y en Budapest, los ministros de Economía hablan igualito que Margaret Thatcher. En Pekín también, mientras los carros de combate aplastan a los estudiantes. El Partido Comunista Italiano, el más numeroso de Occidente, anuncia su próximo suicidio. Se reduce la ayuda soviética a Etiopía y el coronel Mengistu descubre súbitamente que el capitalismo es bueno. Los sandinistas, protagonistas de la revolución más linda del mundo, pierden las elecciones: Cae la revolución en Nicaragua, titulan los diarios.Parece que ya no hay sitio para las revoluciones, como no sea en las vitrinas del Museo Arqueológico, ni hay lugar para la izquierda, salvo para la izquierda arrepentida que acepta sentarse a la diestra de los banqueros. Estamos todos invitados al entierro mundial del socialismo. El cortejo fúnebre abarca, según dicen, a la humanidad entera.
Yo confieso que no me lo creo. Estos funerales se han equivocado de muerto”.
(Eduardo Galeano: El niño perdido a la intemperie).
La insurrección zapatista del 1 de enero abrió un nuevo ciclo de confrontaciones sociales. La capacidad de trasmitir su mensaje, que era y es el de los condenados de la tierra, abrió una brecha para poder re-andar el camino en la búsqueda de una práctica emancipadora.
El pensamiento libertario zapatista abrió un gran hoyo en el aparentemente sólido edificio ideológico del poder del capital, y permitió que por ahí se expresaran viejas buenas ideas y nuevas buenas ideas.
En medio de la mayor euforia de la clase dominante; cuando se levantaban las copas de champagne para brindar por nuestro ingreso al primer mundo (el 1 de enero entraría en vigor el Tratado de Libre Comercio); cuando el priísmo estaba más seguro, en tanto había logrado “destapar” a su candidato sin que se dieran grandes fisuras en su interior; cuando las 15 familias más ricas del país festejaban la capacidad que habían tenido los mecanismos de control para dominar a los “jodidos” (como le gusta decir de los pobres, al zar de la televisión privada: Emilio Azcárraga Milmo); se dio el levantamiento de los pueblos zapatistas. Escogieron esa fecha como para demostrar que la memoria no había sido derrotada por una modernidad excluyente.
Ni el gobierno y los partidos de derecha, ni la izquierda o los sectores democráticos, teníamos la menor idea de que algo semejante iba a suceder. Sabíamos del rencor que se venía agolpando en el pecho de una manera soterrada, pero no pensábamos que se podría expresar de esta manera.
Empezamos a tratar de comprender. Por supuesto, no sólo no siempre entendíamos a cabalidad el conjunto de la nueva gramática de la rebeldía zapatista, sino que muchas ideas  nos eran ajenas y, muchas veces, las malinterpretamos.
Lo más importante es que el 1 de enero fue una bocanada de aire fresco. Salimos a las calles no sólo para exigirle al gobierno parar la guerra, sino para evidenciar que todos los cantos al fin de la historia eran, antes que nada, vacíos discursos ideológicos.
La idea de que NO todo estaba perdido fue clave para comprender que, al final, esa rebelión no era sino una grieta por donde podíamos ver que todavía había muchas luchas por delante. Que la historia no sólo no había terminado, sino que era, todavía, una-muchas páginas en blanco.
Ahora podemos agregar que, para nosotros, la insurrección zapatista no es una efeméride, un evento que corre el peligro de ser deglutido por el carácter omnívoro del capitalismo. Que, a pesar de los intentos llevados a cabo por los medios de comunicación, el zapatismo no forma parte de la sociedad del espectáculo.
El zapatismo ha sido un proceso, efectivamente, lleno de varios momentos luminosos pero, antes que nada, ha sido un proceso ininterrumpido de luchas, acciones, experiencias que, encadenadas entre sí, han constituido una nueva práctica de la izquierda de abajo.
Entonces, a pesar de las veces que los comentaristas y analistas —que confunden su ilusión con la realidad— han dado por muerto al zapatismo, éste no sólo ha continuado sino que ha ido generando nuevos procesos sociales.
A lo interno, con el desarrollo de la autonomía (auténtico proceso de auto-organización sin paralelo en la historia, por lo menos de manera tan profunda y prolongada) y la construcción de nuevas relaciones sociales, es decir, de nuevas formas de vida. Y hacia afuera, al no buscar hegemonizar u homogeneizar ni dirigir a otros movimientos sociales.
Ubicándose siempre al lado de los perseguidos, humillados y ofendidos, en especial, de los más perseguidos, más humillados y más ofendidos.
No en función de la defensa en abstracto de la patria o de la nación, sino en función de los seres humanos que,viviendo abajo y más abajo, son considerados como prescindibles o como simple carne de cañón que no merece ninguna otra cosa que ir atrás de sus dirigentes siempre tan dispuestos a decirles cuándo levantar la mano. Esos seres humanos que son la esencia fundamental de la patria o de la nación.
Si alguien le preguntara a un zapatista: ¿Cuáles han sido tus mejores años? Éste contestaría: “los que vendrán”. Porque algunas de las cosas más importantes que nos ha mostrado el zapatismo es su permanente voluntad de lucha, su capacidad organizativa y su convicción —a prueba de todo, incluso de la incomprensión de much@s— de que vamos a ganar.
Si la rebeldía zapatista —de la cual queremos ser cómplices— no es una fecha, ni un cumpleaños, ni un acontecimiento, ni algo petrificado, dogmático o terminado, entonces, es algo que se arma, se construye, se cimienta todos los días.
Si otros quieren darse por derrotados porque consideran que ya se perdió “la madre de todas las batallas”, ése es su derecho. Nosotr@s preferimos la visión de que, como decían los estudiantes franceses del mayo de 1968: “esto no es más que el inicio, el combate continúa”.
Mucha agua ha corrido bajo el puente desde el 1 de enero de 1994. Y muchos los ataques de los señores del dinero, la clase política y sus palafreneros, “intelectuales” de pacotilla que desde el primer día fueron contratados para una misión imposible: denigrar con cierta credibilidad a los pueblos zapatistas y a su ejército. Las plumas verde olivo se ofrecieron al mejor postor, desde el líbelo Nexos hasta lo que hoy es su espejo: el diario La Razón. Todos ellos han acogido a varios tinterillos proclives a exhibirse  como lo que son: mercenarios que escriben con la mano derecha y cobran con la izquierda.
El impulso vital que venía de abajo fue escuchado y entendido sólo por una parte de toda la izquierda mexicana. La que no sufre de esa enfermedad del cuello que es la tortícolis, producto de tener la cabeza y la mirada siempre volteando hacia arriba, suspirando por un poder que —aunque nadie de ellos se ha dado cuenta— ya no existe, que es un holograma.
Por nuestro lado, los que mantuvimos el planteamiento rebelde de la Otra Izquierda decidimos, con la ayuda del ejemplo de los pueblos zapatistas, mantenernos abajo y a la izquierda. Empeñados en construir otra realidad, donde los mecanismos comunitarios de auto-organización sean el motor de las transformaciones prácticas y teóricas. Al lado de quienes viven en los sótanos y la planta baja del edificio capitalista.
Para lograr esa construcción fue necesario estar dispuest@s a reaprender muchas cosas, como lo veremos más adelante.
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En ese proceso en el que “el educador debe ser educado” reaprender ha sido fundamental.
Desde luego, el camino no ha sido fácil. Varios paradigmas teóricos del pensamiento de izquierda fueron puestos en cuestión:
a)    La idea de una vanguardia que dirige desde el exterior al movimiento social.
b)    La idea de que la teoría es algo exclusivo de los pensadores universitarios.
c)    La idea de que la clase obrera es la única clase revolucionaria.
d)    La idea de que lo que importa en el concepto lucha de clases, es el segundo elemento y no el primero.
e)    La idea de que la diversidad y la diferencia es un estorbo para luchar juntos.
f)    La idea de que el Estado es el único instrumento que se puede utilizar para cambiar de manera duradera las condiciones de vida y la organización social del pueblo.
g)    La idea de que luchamos por una revolución socialista a la que se le debe firmar un cheque en blanco, dejando de lado las mal llamadas luchas minoritarias (indígenas, mujeres, homosexuales, lesbianas, otros amores, punks, etcétera).
h)    La idea de la izquierda —que también tiene un pensamiento único— de que quien no cuadre en su visión es un enemigo.
Frente a esa crisis de paradigmas hemos comenzado a construir un pensamiento muy Otro. Lo primero ha sido romper con esa visión de que la política es una tarea que únicamente pueden acometer los especialistas. Que se trata de un discurso lleno de secretos arcanos no apto para la población en general.
Descubrimos poco a poco que existe otra teoría: la que nace del seno de los movimientos de verdad, aquéllos que no son golondrinas que no hacen verano. Que es ahí en las comunidades, los barrios, los ejidos, los pueblos, donde la gente comienza a reflexionar sobre el significado de tomar en sus manos el control de sus destinos y, a partir de ahí, a elaborar una teoría producida por ella misma.
Esa irrupción de los “peatones de la historia”, como dicen los compañeros zapatistas, ha puesto en crisis a más de uno de los que se piensan a sí mismos como los poseedores del pensamiento político, de los que tienen “respuestas” para todo lo que pasa en el mundo, producto de una lectura profunda… de los periódicos. Desde luego, como siempre sucede, ningún pueblo les hace caso.
Las y los indocumentados de la política, los que no tienen papeles ni títulos universitarios son los que, desde hace ya varios años, están haciendo la verdadera teoría política.
La gran pregunta para los que se reivindican como organizaciones de vanguardia y para los que se consideran “formadores de opinión” es saber si van a tener la modestia de escuchar esas voces. Si van a ser capaces de bajar el volumen del estruendo que producen sus teorías, casi siempre producto de diseños analógicos, que son válidas para cualquier momento de la historia, es decir, para ninguno.
Aprender a escuchar solamente se logra cuando uno se calla. ¿Será posible que después de tantos años de hablar, la izquierda tenga la capacidad para callarse y escuchar? Las voces que vienen de abajo, aunque de pocos decibeles, son claras y nítidas. Solamente es indispensable inclinarse un poco y prestar atención.
Y, entonces, nos daremos cuenta que desde lo más profundo de la sociedad mexicana, cual torrente, están brotando tal nivel de ideas y pensamientos como los que hoy vemos en la Escuelita Zapatista. Si aguzamos el oído para mirar tendremos que reconocer que sí, es cierto, las nuevas generaciones de zapatistas son mucho más lúcidas y capaces que aquéllas que hicieron la insurrección. Las múltiples voces de las bases de apoyo zapatistas nos confirman que, a pesar del importante esfuerzo de su jefe militar y vocero, sólo logró trasmitirnos un pálido reflejo de lo que estaba pasando en territorio zapatista.
La riqueza de esa experiencia nos ha dado nuevas herramientas prácticas y teóricas. Es  responsabilidad  nuestra que su uso sea fructífero. Sabemos que no ha sido fácil, y estamos lejos de haberlo logrado, pero lo estamos intentando, realmente intentándolo. Y hoy podemos decir que aquí estamos.
Que no nos rendimos, que no nos vendemos, que no renegamos. Que, sin duda, nos hemos equivocado, pero hemos logrado preservar el fuego y separar la ceniza. Que ese fuego es hoy apenas un llama, a lo mejor una llamita, pero que todos los días es alimentado con dos cosas: las acciones destructivas de un poder neoliberal excluyente y rapaz que nos obliga a mantenernos en el imperativo categórico de eliminarlo, y la voluntad inquebrantable de lo que somos.
Todos los días con nuestra práctica y pensamiento velamos esa llama o llamita, que representa nuestra voluntad de luchar en contra de la explotación, el despojo, la represión y el desprecio, es decir, en contra de la esencia del capitalismo.
Que hacemos nuestras las siguientes palabras, que ustedes pronunciaron en el festival de la Digna Rabia:
Permítanos contarles: El EZLN tuvo la tentación de la hegemonía y la homogeneidad. No sólo después del alzamiento, también antes. Hubo la tentación de imponer modos e identidades. De que el zapatismo fuera la única verdad. Y fueron los pueblos los que lo impidieron primero, y luego nos enseñaron que no es así, que no es por ahí. Que no podíamos suplir un dominio con otro y que debíamos convencer y no vencer a quienes eran y son como nosotros pero no son nosotros. Nos enseñaron que hay muchos mundos y que es posible y necesario el respeto mutuo…
Y entonces lo que queremos decirles es que esta pluralidad tan la misma en la rabia, y tan diferente en sentirla, es el rumbo y el destino que nosotros queremos y les proponemos…
No todos somos zapatistas (cosa que en algunos casos celebramos). Tampoco somos todos comunistas, socialistas, anarquistas, libertarios, punks, skatos, darks, y como cada quien nombre su diferencia…”
(Fragmentos del discurso del Subcomandante Insurgente Marcos: “Siete vientos en los calendarios y geografías de abajo”).
Esa concepción nos interpela para ir formulando una respuesta. A continuación daremos unas ideas, que desde luego solamente son una reflexión inicial.

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En la Sexta no decimos que todos los pueblos indios se entren al EZLN, ni decimos que vamos a dirigir obreros, estudiantes, campesinos, jóvenes, mujeres, otros, otras, otroas. Decimos que cada quien tiene su espacio, su historia, su lucha, su sueño, su proporcionalidad. Y decimos que entonces echemos trato para luchar juntos por el todo y por lo de cada quien y cada cual. Por echar trato entre nuestras respectivas proporcionalidades y el país que resulte, el mundo que se logre esté formado por los sueños de todos y cada uno de los desposeídos.
Que ese mundo sea tan abigarrado, que no quepan las pesadillas que vivimos ninguno, ninguna, ningunoa, de abajo.
Nos preocupa que en ese mundo parido por tanta lucha y tanta rabia se siga viendo a la mujer con todas las variantes de desprecio que la sociedad patriarcal ha impuesto; que se siga viendo como raros o enfermos o enfermoas y raroas a las diversas preferencias sexuales; que se siga asumiendo que la juventud debe ser domesticada, es decir, obligada a “madurar”; que los indígenas sigamos siendo despreciados y humillados o, en el mejor de los casos, enfrentados como los buenos salvajes a los que hay que civilizar.
Vaya, nos preocupa que ese nuevo mundo no vaya a ser un clon del actual, o un transgénico o una fotocopia del que hoy nos horroriza y repudiamos. Nos preocupa, pues, que en ese mundo no haya democracia, ni justicia, ni libertad”.

Entonces les queremos decir, pedir, que no hagamos de nuestra fuerza una debilidad. El ser tantos y tan diferentes nos permitirá sobrevivir a la catástrofe que se avecina, y nos permitirá levantar algo nuevo. Les queremos decir, pedir, que eso nuevo sea también diferente”.
(Fragmentos del discurso del Subcomandante Insurgente Marcos: “Siete vientos en los calendarios y geografías de abajo”).
¿Qué escribiríamos si hoy tuviéramos la pretensión de decir qué es lo que nos muestra la experiencia zapatista?
Cada vez que un hombre, una mujer, un niño o un anciano base de apoyo zapatista habla de su lucha, de su autonomía, de su resistencia hay una palabra que se repite con insistencia: organización. Pero ¿Cómo llegar a ella? El problema no se resuelve utilizando la palabra como una especie de “ábrete sésamo”, buena para todo.
Tampoco se puede simplemente elevar a modelo lo que ellos mismos nos dicen que no es un modelo. Que ellos lo han hecho así, pero que otros modos habrá.
Si rechazamos el pensamiento único de la derecha, es imposible pensar que ahora vamos a implantar una especie de pensamiento único de la izquierda de abajo.
No, de lo que se trata es de aprender de las experiencias diarias que vamos trabajando. Y esas experiencias aunque semejantes no serán iguales. Pero, ¿habría algo que nos permitiera orientarnos en ese sinuoso camino?
Sí, hay varias cosas, por lo menos eso creemos nosotr@s.
a)    Ubicarnos siempre al lado de los condenados de la tierra.
b)    No mirar para arriba, pero tampoco para abajo. Buscar siempre echar miradas de complicidad a los lados, es decir adonde pertenecemos, a abajo.
c)    Privilegiar la escucha al discurso. Dar oportunidad a que el abajo hable y nos diga lo que él sabe.
d)    Entender que es inevitable que desde el poder y sus medios se van a realizar labores de linchamiento en contra de aquellos otr@s que desentonan, que no se cuadran ni cuadran: en contra de los rebeldes.
e)    Rehuir la tentación de dirigir los movimientos. Esto siempre provoca vértigo. Siempre surge la pregunta de cómo se van a expresar los que luchan, la población que abajo habita, si no hay quien les dirija. Pues la respuesta siendo sencilla tiene una gran complejidad aceptarla: por ellos mismos.
f)    Respetar las formas organizativas que cada quien se dé, aunque nos parezcan tortuosas y desesperadamente lentas. Cada quien su modo.
g)    No perseguir las coyunturas que de arriba nos imponen, sino trabajar para crear nuestras propias coyunturas. Mover el tablero de la política quiere decir no respetar las reglas de lo “políticamente correcto”. Aspiramos a ser “políticamente incorrectos”.
h)    Trabajar y construir en la diferencia. Generando espacios habitables donde las mujeres no sean hostigadas por el simple hecho de ser mujeres. Donde se acepte las diversas preferencias sexuales. Donde no se imponga una religión pero tampoco el ateísmo. Donde se promueva el encuentro de los diversos, de los otr@s.
i)    Donde no nos auto limitemos porque la polis es mucho más complicada que la selva. Muchos han dicho que los zapatistas pueden hacer lo que hacen porque su sociedad no es compleja. Pero que en las grandes urbes vivimos una sociedad compleja que impide la posibilidad de que la gente tome el control de su destino. Eso ha sido teorizado, tanto desde la derecha como en la izquierda. Este “argumento” contiene dos estupideces: pensar que los pueblos zapatistas conforman una sociedad simple. Quien dice eso nunca ha pisado territorio zapatista, donde casi cada compañer@ es un municipio autónomo. Simplemente hay que recordar que en una Junta de Buen Gobierno conviven compañer@s que hablan hasta cuatro idiomas diferentes. La otra estupidez es achicar a los pueblos de las grandes ciudades y expropiarles su capacidad de decisión, por un problema técnico: la dificultad en la comunicación. Digo, esos mismos son los que cantan las glorias del Internet y las redes sociales.
En fin, éstas son solamente algunas ideas. Ni son todas y muy probablemente no sean las mejores.
La cuestión es que si como dicen algunos: la historia nos muerde la nuca, debemos voltearnos y comerle la nuca a la historia. Claro, todo esto hecho con gran serenidad y paciencia.
En ese proceso surgirán muchas experiencias de las cuales aprender. Aquí sí que “florecerán cien flores”, que representen cien o más formas de organización diversa. No hay límites más que los que nos pongamos nosotros mismos.
En las palabras que recordamos de l@s compañer@s del EZLN durante el festival de la Digna Rabia, se ubica lo fundamental de lo que sería la nueva buena nueva: Sí, es verdad que el pueblo unido jamás será vencido, pero siempre y cuando se entienda que será en la diversidad que se construya el gran Nosotr@s que este país y el mundo necesita.
Por nuestro lado, finalmente, queremos decir que desde el 1 de enero de 1994 decidimos que nuestro futuro estaba al lado de nuestr@s herman@s y compañer@s zapatistas. Que no fuimos de los que buscaron simplemente tomarse la foto en el momento en que los medios de comunicación, y los que siempre persiguen la moda, acechaban a los dirigentes zapatistas, en especial al Subcomandante Insurgente Marcos.
Y hoy, casi 20 años después de su gran insurrección y 20 años después de que supimos que su rebelión era también la de nosotr@s, les decimos compañer@s zapatistas: aquí estamos, aquí seguiremos, buscando caminar con ustedes, hombro con hombro, como parte de la Sexta. Les decimos que, efectivamente, nosotr@s también tenemos un objetivo  muy modesto: cambiar la vida, cambiar el mundo.
Por todo lo anterior y por muchas otras razones y sinrazones, un grupo de hombres, mujeres, niñ@s, ancian@s, otr@s, hemos decidido organizarnos, porque hemos entendido que la rebeldía organizada es uno de los caminos, para nosotr@s el más importante, que sí nos llevan a donde queremos ir.
No a construir un camino único y sin obstáculos, sino uno donde nos encontremos a much@s otr@s y podamos trabajar junt@s sin que eso quiera decir que les digamos: “vengan a éste, el bueno es éste”. Porque después de veinte años estamos aprendiendo que los caminos se hacen andando, en la acción y no en debates teóricos sin raíces prácticas.
Desde las visiones zapatistas del mundo, de México y de la vida, buscamos generar un  marco común, un refugio habitable a nuestra rebeldía, una casamata que sea un punto de apoyo para poder continuar con nuestra labor del viejo topo (o mejor: de un escarabajo llamado Don Durito de la Lacandona) que corroe los cimientos del capital.
Por eso, nosotr@s, rebeldes e insumis@s, manifestamos nuestra voluntad de caminar junto a l@s zapatistas y nuestro deseo de ser sus compañer@s. Les decimos que vamos a poner todo el empeño en ello y que, efectivamente, en la larga noche que ha sido lo que algunos llaman día, tarde que temprano “noche será el día que será el día”.
Afuera ya no es medianoche… ya se mira el horizonte.
México, diciembre de 2013.